title: “El mismo Sol” date: 2019-02-08T11:49:57-03:00 lastmod: 2019-02-08T11:49:57-03:00 draft: true keywords: ["",] description: "" tags: ["",] categories: ["",] author: “Ricardo Daniel González”
You can also close(false) or open(true) something for this content.
P.S. comment can only be closed
comment: false toc: false autoCollapseToc: false
You can also define another contentCopyright. e.g. contentCopyright: “This is another copyright.”
contentCopyright: ‘CC BY-NC-ND 4.0’ reward: false mathjax: false
Para llegar al Hospital Evita intenté ir por la calle México. El paso está cortado porque hay obras para reparar cráteres en la calle Santiago Álvarez, a ambos lados de México. No hay paso posible hacia la izquierda porque se halla el Centro Recreativo del Centro Empleados de Comercio. El paso obligado de los automóviles es doblar a la derecha y transitar por varias cuadras hacia el sudeste. También encuentro advertencias porque se ha desmoronado una boca de tormenta.
Por la misma arteria, a unas tres cuadras del Hospital Evita, veo a una agente policial mujer. Está haciendo guardia frente a otro cráter. Hay guardia policial permanente allí, porque la mujer, que escucha la radio policial, está cerca de un baño químico.
Avanzo hasta alcanzar la cuadra en la que está emplazado el hospital. Estaciono en la cuadra siguiente, bajo unos enormes árboles de plátano. Hay frutas en una vereda hecha con planchas de hormigón. También hay bosta de caballo. A la derecha, en los baldíos, hay enormes caños blancos depositados al Sol, como enormes serpientes tiesas. Más allá hay viviendas particulares, y varios perros deambulan ladrando. Hay recipientes plásticos enormes con agua frente a las viviendas. Pienso, mal, que es una manera de asegurarse la seguridad que aportan los perros que están en la calle. He visto personal del hospital que sale con una bolsa y reparte alimentos aleatoriamente; algunos me vieron con una bolsa en la mano y se acercaron a mi en busca de alimento, mientras ella iba dispersando asistencia alimenticia a los canes.
Subo a la vereda. Un niño gira agarrado a la barra de hierro que sostiene un cartel. Su madre está preparándose para salir en moto y le pide que salga de allí porque está despertando a las hormigotas. Cruzo una puerta de hierro abierta, y hay un perro esperando en la puerta de ingreso. Tras ingresar, el lugar para el pedido de turnos está desierto. El sitio luce limpio. En una parte hay dos enormes cajones de madera que deben contener equipos médicos. Operan de biombos para la entrada de dos consultorios. Uno de ellos, el de la psicóloga del hospital.
Pregunto a una mujer sentada delante del biombo ad-hoc si están dando turnos. “Sí, hay cuatro. Yo soy la segunda y usted el tercero”, me dice. Va a atenderse por obra social. Yo no. Se hará ver por el deportólogo, el Dr. Swinnen. Yo por el médico clínico que esté disponible. Debo renovar la medicación para mi enfermedad, también renovada: diabetes. Luego llega una joven, con papeles en la mano, proveniente del sector de consultorios. Está haciendo la revisión médica por trabajo. Es época de campaña electoral en la provincia. Y las fuerzas políticas afianzan votos a fuerza de incorporar personal. Sin concursos. Sin avisos en los medios periodísticos. Luego ingresa otro joven, también por exámenes para ingreso laboral. Son extraños al sistema público de Salud. Cuando recién se llega, se pregunta quién es el último en la cola, por ejemplo, para los turnos que se distribuyen a las 7:30 y a las 11:30 horas, cada día hábil. Se cruzan en el pasillo con Fabián ‘Taperita’ Avendaño, puntero barrial del peronismo devenido en líder de un sector del peronismo vinculado a Néstor y Cristina Kirchner, pero en una línea separada de Luciano Di Nápoli, cuya campaña tiene vídeos y financiamiento del sector de la ex presidenta. Avendaño fue hasta el laboratorio de análisis y regresó por donde había venido hacia la puerta de salida, donde cedió el paso a un niño seguido de su madre.
La zona de espera para los turnos comienza a tener más movimiento. Mujeres con niños a cuestas, encajados en la cintura, se acercan a la ventanilla. Preguntan si hay clínicos. Le contestan negativamente. Hubo ayer. Hoy, no. La señora que llegó previo a mí, puede acceder a uno de los cuatro turnos para el médico deportólogo. Clínicos habrá el lunes venidero. Me lo aseguran las tres personas que están en la ventanilla de atención al público.
Salgo a la calle. Voy por la vereda rumbo a mi automóvil. Me reencuentro con la bosta equina seca. Camino bajo el mismo Sol.