¿Por dónde comienzo? Tengo que hacerlo por la mierda.
Leo en un diccionario lunfardo: Mierda:Excremento humano. Suciedad. Cosa sin valor. Persona muy despreciable. Imprecación. Persona egoísta incapaz de acciones nobles y generosas. Recurro a la Wikipedia en inglés, y allí la palabra mierda tiene una connotación sexual despectiva, a la que asocian con putos y putas, pinches, pendejos y pendejas, cabrones y cabronas, cuestiones religiosas y, por supuesto, las excreciones, esencialmente las humanas. En la Wikipedia en español, indican, textualmente: Mierda (del latín merda) -que dicho sea de paso es como se dice en portugués- es una expresión generalmente malsonante y polisémica, y usada principalmente en el lenguaje coloquial. En sentido estricto es el resultado del proceso digestivo, y se refiere a los deshechos fecales de un organismo vivo, normalmente expulsados del cuerpo por el ano. En términos más vulgares o connotativos, «mierda» es un insulto hacia alguien o algo, y en algunas ocasiones, una expresión para demostrar descontento o decepción. Como interjección expresa enfado o contrariedad. Algunos acostumbran a sustituir la palabra por un eufemismo, que es la interjección miércoles. Como sustantivo puede significar ‘malo’ («este disco es una mierda») o ‘nada’ («me importa una mierda»), puede describir a una persona en situación comprometida o embarazosa («está de mierda hasta el cuello»), o con un sentido despectivo para referirse a cosas o ideas («deja de decir esas mierdas») o como un descalificativo («con ese mierda no tengo ni para empezar»). También puede mostrar desprecio ante alguien o expresar deseo de tener a esa persona lejos con la expresión «mandar a la mierda». También se utiliza cuando otro está cometiendo un acto no aprobado por uno («¿Qué mierda haces?»). «Comer mierda» describe una situación difícil, donde la persona debe pasar por muchos obstáculos o es una persona a la que se le ha asignado una tarea o responsabilidad de forma poco ecuánime; de ahí la utilización de la frase: «Me tocó a mí comerme la mierda». En algunos países, «come mierda» es una persona despreciable, arrogante, con aire de superioridad, que goza de hacer sufrir a otros, o que es egoísta («Estos políticos son unos come mierda»). Se dice que una persona que «habla mierda» es aquella que miente, habla mal de otras personas o dice cosas superfluas; o también puede significar que está teniendo una conversación sin ningún tipo de fin («¿Qué estás haciendo? Acá, hablando mierda»). Que algo «huela a mierda» indica que una situación es sospechosa, turbia o poco clara. También se puede decir en una situación de reproche «me cago en mis mierdas».
Repasemos, entonces, las mierdas de la semana:
- Santa Rosa es una mierda. No la santa, sino la ciudad capital de La Pampa. Santa Rosa ha colapsado en muchos frentes, también el de la conducción de la mierda a través del sistema cloacal. Se advierten ríos de heces y orines humanos corriendo por las calles. Hace años. Como la sangre de aquel hijo asesinado que recorre toda una ciudad para avisarle a su madre que ha muerto. Así la mierda va por la ciudad, y es distribuida en las suelas del calzado, en los neumáticos de todos los medios de autotransporte, de transporte público, a sangre, en las extremidades de los animales. Los ríos van no sólo impulsados por la gravedad, como queda dicho, si no también por esos sistemas de dispersión. Cada uno de nosotros es un arma mortal. Llevamos la impresión de los ríos de mierda a nuestros hogares, escuelas, supermercados, clínicas, hospitales, oficinas públicas, a la Municipalidad, a la Casa de Gobierno provincial, que también tiene su asiento en esta ciudad de la mierda. Por algo será.
Mierda como expresión de descontento: El Banco BBVA Francés, la sucursal que tiene en la ciudad de Santa Rosa, cuenta con varios cajeros automáticos. Esta semana fue una semana de mierda para los usuarios del BBVA Francés de esta ciudad. Tuvieron más de un día los cajeros automáticos sin funcionar. Donde se pudiera ver había un cartel hecho sin ganas e impreso en una impresora láser donde pedían disculpas por las molestias ocasionadas; una frase tan remanida y sin intención de pedir disculpas… que es una mierda. Cuando fui a hacer un depósito, coincidí con otro usuario: ‘es una vergüenza’, nos dijimos mutuamente. En el camino de regreso a mi automóvil me pregunté si habrían instalado alguna variante segura de Linux en esos aparatos que nos hablan en un tono asiático; tal vez para impresionarnos porque lo asiático está asociado en el imaginario social, con la eficiencia. Pues los cajeros automáticos de varios bancos con sede en Santa Rosa, algunos corren la versión XP, y otros la 7. Sí, versiones a las que Microsoft ha dejado de brindar soporte se utilizan para la disposición de las operaciones de los bancos más prestigiosos. Si no saben de qué se trata Windows XP, o Windows 7, asesórense con un buen técnico informático. Y el asunto no queda sólo en esta anécdota, que los mandamases del BBVA Francés, la entidad bancaria privada más antigua en la Argentina, podrán llamar de mierda. Este sábado por la mañana, recurro a los benditos cajeros parlantes, a los que miro con extrañeza porque emiten sonidos aunque no haya una mierda delante de ellos. Toco la pantalla e inicio las operaciones para hacer un depósito. Aparece un cartel, sin pedido de disculpas, y avisa, sin tono asiático, que se aceptan depósitos ¡de lunes a viernes de 9:00 a 21:00 horas! Esta vez coincido con dos usuarios. Uno se retira farfullando, y el otro, muy educado, señala: ‘Todo parece indicar que no se pueden hacer depósitos. ¡Qué vergüenza!’. Le respondo con un monosílabo: ‘Sí’, aunque también podría haber dicho ‘no’. Soy el último en dejar la sucursal del BBVA Francés, mientras el tipo con tono asiático se multiplica, aunque nadie quiere escucharlo. (Utilicen la palabra mierda como reemplazo de las palabras que quieran).
Políticos de mierda: Noten que utilizo esta acepción y no la de Wikipedia, que es más contundente, y extensa: En algunos países, «come mierda» es una persona despreciable, arrogante, con aire de superioridad, que goza de hacer sufrir a otros, o que es egoísta («Estos políticos son unos come mierda»). Se dice que una persona que «habla mierda» es aquella que miente, habla mal de otras personas o dice cosas superfluas; o también puede significar que está teniendo una conversación sin ningún tipo de fin («¿Qué estás haciendo? Acá, hablando mierda»). Que algo «huela a mierda» indica que una situación es sospechosa, turbia o poco clara. También se puede decir en una situación de reproche «me cago en mis mierdas». Esta ciudad, esta provincia, este país, este mundo, está así por los políticos de mierda, que ciudadanos de mierda hemos elegido y ellos se han encumbrado como si fueran dueños de esta mierda. Son unos come mierda aunque los que comamos mierda seamos los ciudadanos, que somos pisados como la mierda, sin que esto tenga connotación de buena fortuna. Fuerzas políticas que han gobernado la ciudad por decenas de años culpan a la administración municipal actual por los ríos de mierda. Y el intendente actual, cortésmente, les devuelve la mierda. Y les avisa que va por la reelección. ¡A la mierda! ¿Estoy equivocado o falta más de un año para las elecciones? Tendrá toda las mierdas resueltas, y los ciudadanos no nos hemos enterado. El gobernador de La Pampa dice que esa mierda no tiene nada que ver con él. Que es de Santa Rosa, y de Nación, que no están haciendo una mierda y nos están tirando toda la mierda a las provincias, y nos van a dejar con la mierda para arriba. Hay para todos, aunque cuando escampe la lluvia de mierda, los que viven en las zonas más bajas, no sé si podrán decir que si la mierda fuera dinero serían afortunados, sino que están enmierdados. Aunque la verdad es que estamos todos con la mierda al cuello, aunque unos pocos parecen mirar todo desde arriba, desde la punta de una montaña de mierda. En esa categoría podemos inscribir a los legisladores nacionales y a los pampeanos, santarroseños que se desempeñan en cargos nacionales. Además de reclamos gremiales, podrían poner carteles en sus bancas de diputados y senadores, y como frase dominante en los documentos oficiales en reemplazo de este es el año de tal o cual cosa. La frase podría ser algo así: La mierda nos encontrará unidos o dominados. Mierda y vuelve. Como señalé, el gobernador no quiere tener nada que ver con esa mierda. Ya lo dijo hace años, cuando era candidato a senador y no podía juntarle las cabezas a sus compañeros de Santa Rosa: “lo que pasa es que acá hay más caciques que indios”. Esta semana aclaró que él jamás dijo que a la ex presidenta Cristina Elisabet Fernández de Kirchner la había mandado a lavar los platos. Y me pregunto si esa figura era un eufemismo que se refería a la palabra mierda, punto central de este artículo de mierda. Se fue a la mierda, Verna, me susurra una voz. Interior. Dejó que corriera mucha mierda (tómese por años) bajo el puente para aclarar esa mierda machista. Otra voz, aunque no sé cuál es la voz buena y cuál la mala, me susurra: ‘¿No la mandó a lavar los platos de todos los senadores, durante un buen tiempo, antes de ser considerada por sus pares peronistas, o menemistas, o duhaldistas?’ El presidente de ahora promete que esta mierda va a cambiar. Nos da su palabra, que no es de mierda -jura y promete-. Porque como buen ingeniero y bostero sabe cómo manejar estos asuntos. Pero ni sus ministros de Salud, ni de Obras Públicas, ni de Ambiente, han pisado este suelo. Ni Seguridad, o de Defensa, que aquí a agentes de seguridad federales, y de las Fuerzas Armadas, afectados. Parece que a este ritmo, el ingeniero-bostero-playboy no podrá decir: ¡a la mierda, salimos campeones! ¡Tomá mierda! (¿También tendrá voces internas que harán su papel, el del presidente, cuando presidía Boca e increpó a Carlos Bianchi?). Sobre la discusión del aborto en el Congreso, sólo puedo señalar que, si mi madre hubiera abortado, ustedes se hubieran salvado de leer estas líneas de mierda. Y, a lo mejor, si sus madres hubieran decidido abortar, tampoco estarían ustedes ahí. Estaríamos muertos. O desaparecidos. Seríamos nada, como señaló alguien. El aborto no es malo o bueno. Es la decisión personal, íntima que tomamos cada uno ante cada acto de la vida. La profunda, más allá del qué dirán. Y sé que opinarán que este es un párrafo de mierda. Que podría haberles ahorrado la lectura de este aborto. O si una de las voces internas me hubieran susurrado: “aborte, aborte, que esto no va nada bien. Es una verdadera mierda”. Bueno, ahora saben, aborten la lectura de las mierdas pretenciosas de este tipo. O sea yo. Stop.